Domingo Namunkurá: Luis D’Elía y Carlos Escudé en la Fundación Ceferino

Es más sonoro el cachetazo de La Plaza, en 2008, que (hablando de helicópteros) los piquetes paquetes sin choripanes pero con carne de exportación a la parrilla: la demora de 10 horas de un colectivo que iba desde Puerto Madryn hasta Buenos Aires dan fe de ello. Las piernas estiradas, alguna corrida a la vera de la ruta 3 y la voz de De Angeli, el entrerriano más famoso en la época; con pinta de candidato a Presidente según la columna política de algún profesor de literatura local fueron algunas de las maneras de amortiguar la espera.

Es más explosivo el ingreso a una comisaría, espacio sagrado para la convivencia democrática en un contexto civilizado, para patalear por el crimen de un dirigente social que la propia muerte y los motivos de la muerte de ese dirigente social con apodo de animal que peleaba contra las ratas que matan a los pibes ensayando con ellos en sus laboratorios truculentos, el mapa social.

Es más peligroso romper un candado que “poner” un candado.

Es más marginal estar al margen que apretar los botones de la marginalización.

Cada tanto es interesante repasar el libro “Patas para arriba” de quien hace seis días hubiese cumplido 78 años: uno de los charrúas más salientes de Artigas para acá, todavía podría ser fuente de sabiduria y cada tanto aclararnos el panorama.

Parece que la frase de las relaciones carnales, esas que poco rinden casi treinta años después, fue obra del asesor del canciller Di Tella quien alguna vez lo reveló.

El hombre, más grande que el empresario periodístico erigido en senador, se parece al chubutense Luenzo cuyo nombre de pila es el mismo que el del productor “panza verde” que participaba de los piquetes paquetes.

Paquetes son los que nos vienen vendiendo desde los tiempos de los tiempos.

Hay paquetes, sin embargo, difíciles de desenrrollar.

Como la historia de la AMIA y los escombros del 94, una mañana luego de los penales de Brasil e Italia, reeditando la final del setenta: justamente la última mueca de alegría verde amarilla entre esos veinticuatro años.

La misma distancia de tiempo que hay entre aquélla voladura y este 2018 que ubica detrás de las rejas al buen antojo de los que deben impartir justicia y juegan al juego de la venganza.

Poco menos de 200 páginas tiene el libro escrito por Carlos Escudé sobre Luis D’Elía que se va a presentar el próximo 6 de octubre en la Usina Cultural en la Fundación Ceferino Namuncurá que se titula “Y Luis D’Elía tenía razón”.

Falta apenas poco menos que un mes para estudiar y estudiar.

No sea cosa que sigamos comprando la que imponen los que nos llevan a buscar rápido algún disco de los que ubican música a la letra de otro uruguayo indispensable que cumpliría años dentro de una semana.

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